"A veces aflora en mí la pregunta (imposible de responder)¿quién y qué soy yo, y cual es mi historia particular?" (IK)

domingo, 17 de agosto de 2008

Otro jueves a las siete...

Sin casualidad ni acontecimientos, entre la aplastante cotidianidad de una rutina incolora y asfixiante; había pasado un año. Trescientos sesenta y cinco días de mirar la imagen de una extraña en el espejo, de reflejarme sin encontrar en esos rasgos parecido alguno con quién había sido la mujer en mi otra vida.

Un año de vivir sin existir, de ser sin estar, de pasar sin transcurrir, y de caminar a prisa para llegar a ningún lado.

-¡Un año!– Suspiró asombrada -¡Un año!!!-

-No existen los accidentes– repitió convencida, intentando dar forma a este nuevo rostro que debatía entre la que fue y aquella que nunca más será.

El tiempo había probado no ser el peor de sus enemigos; marcada en las líneas de su rostro llevaba la crueldad de su tristeza atravesada.

Aún no descubría el escondite de su risa, ahora cuando osaba traspasar el umbral de una sonrisa, se miraba a sí misma intentando replicar una forma; un sonido, algo que le diera sentido a la mueca congelada que; pese a todos sus esfuerzos, era lo único que lograba perfilar.

Era tan imposible como regresar en el tiempo, como respirar bajo el agua. Esa misma sensación de haber perdido el aire, de estar ahogándose por dentro sin que ningún otro habitante del planeta percibiera el cambio. Para ella era como si la atmósfera se hubiese quedado sin oxígeno.

-Tú y tu maldita manía de pensar que puedes vivir tu vida sin habitar en ella– dijo, medio triste y medio cansada de odiar tanto al único hombre que en realidad había amado.

Con los ojos llenos de lágrimas que se habían empeñado en no salir; empezó a desenrollar el último dibujo que él le había dado. Cómo pesaba el triste pergamino, cuán complicado era desanudar los lazos con los que ella misma se aseguró de que esa imagen, al menos esa, dejara de atormentarla.

Un doblez más y de abría del todo el paisaje a carboncillo que él había dibujado para ella.

-¡Ay corazón! que difícil me lo haces siempre todo. Desde amarte, hasta complicarme el dejarte ir- exhaló con un suspiro.

Hace tiempo ya que hablaba con su fantasma como si él estuviera junto a ella o amarrado a su cintura; casi al alcance de la punta de sus dedos, al filo de sus labios o quizá medio dormido en las orillas de su mente.

-Era mi dibujo, una idea de cómo se ve la felicidad, mis hilanderas de luna a las que tú les pusiste sombras; sacaste mi luz de tu oscuridad para componer en tus trazos nuestro retrato perfecto...-

Dejando a un lado la pintura, siguió hablando despacito, como si fuera él quien la escuchaba;

-Mi sol, por qué tienes la costumbre de hacerte la vida de cuadritos. ¿Por qué nos tienes tanto miedo???-

Quién diría que lo peor que le puede pasar a un hombre es que sus deseos se hagan realidad. Pobre de aquel mortal que se encuentra con aquello que siempre había soñado; de pié ante la imagen evocada de sus sueños sentirá el peligro de ser realmente amado por la mujer etérea que él adora, y no tendrá otra opción que emprender en retira lo más rápido posible. Después de todo para que ella se materialice entre sus brazos, él tendría que cambiar, crecer, hacerse cargo de su vida y convertirse en alguien un poquito más inmortal.

Puede ser que ella ya lo ame, pero ese hecho no solo que para él no es suficiente, sino que incluso puede llegar a ser aterrador.

Como le había confiado un amigo suyo; -¿Qué me pasa? No tengo ningún problema con acostarme con cualquiera, es más, para mí si es que llega a las 40 libras y con que cruce la calle sola, es suficiente- bromeaba- pero la sola idea de besar a esa chica de la que estoy enamorado… ¡Uy!!!... ¡Me paraliza!-

¿Será verdad? –pensó ella- Será que algunos hombres prefieren mantenerse lejos de la mujer que les mueve el piso, por pura y mediocre cobardía. ¿O será que esto solo te pasa a ti?

-A la final, quién corre en esta historia; ¿tú te alejaste o yo te empujé…?-

Morder tus labios...

Te convertiste en el caballero de mis noches,
y el ladrón de mis madrugadas;
la pasión entre tormentas
y el sabor que no se acaba.

Te perdí entre mil reproches
y ternuras que me faltan;
eres esa angustia antigua
que se advierte en la mirada.

Entre el sol de amaneceres
y otras tantas escapadas,
rompí el miedo a la inocencia
de entregarme sin dar nada.

Fue ese viernes a las siete,
lo esencial que desbocaba
mis promesas y tu angustia
en un beso sin palabras.

Tú que todo te parece
trascendente y que encontrabas
un amor en cada esquina,
y un adicto entre las sábanas.

Me enseñaste a ser coherente,
a secar tu piel mojada
con el fuego de mi boca
que en tu boca se abrasaba.

Fui contigo lava ardiente
tu mujer y tu alma esclava,
yo la sangre de tus venas,
tú la sombra de mi cama.

MÍA
17.08.08

PD: Esta es una suerte de sinfonía inconclusa....una historia que aun no sé como escribir.