La alevosía de tu amor me retumba en las entrañas. Me mueve a llamarte y busca evidencia de que aún respiras.
No soy capaz de cotejar tu realidad con mi fantasía, te amo todos los segundos que se alargan en tu ausencia. Y sin embargo, no quiero verte, o talvez no puedo…
Sé que el momento en que me choque la distancia entre nuestros cuerpos, el mundo, mi mundo habrá cambiado y una parte de mi ser exhalará un suspiro para lanzarse al abismo.
Soy más que nadie, la romántica incurable que cree en las canciones corta-venas, y es justamente esa ingenuidad la que me ataca con uñas y dientes cuando quiero darme cuenta de que me faltas.
No es rudeza de mi parte, ni siquiera ceguera encaprichada. Tampoco empeño, aunque no quiero, no puedo entregarme al masoquismo de gozar llorándote; no me da la piel para enterrarte.
Creo que el conocimiento se limita a una teoría de mi vida ante la cual me niego a darme cuenta.
Soy tuya, sin complejos ni ataduras. Me entrego voluntariamente a un amor sin condición o cercanías. Los límites de lo convencional, de todas formas, nunca me fueron suficientes. No encuentro razón alguna que justifique el renunciamiento, ya que pase lo que pase, nos llevamos demasiado adentro como para pretender que es casi nada.
MÍA
17.04.08
"A veces aflora en mí la pregunta (imposible de responder)¿quién y qué soy yo, y cual es mi historia particular?" (IK)
jueves, 17 de abril de 2008
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